1° de mayo, Día Internacional del Trabajador
Es imposible hablar, pensar o desarrollar una economía sin la activa participación de los trabajadores, sin tener en cuenta a quienes de una forma responsable, dedicada y diligente día a día desarrollan su actividad con entrega y pasión. Es imposible no pensar en aquellos que han dedicado parte de su vida en prepararse para desarrollar su vocación, su llamado, aquel sueño inspirado de poder servir a los demás y a la comunidad con todas nuestras capacidades.
Es imposible no pensar en aquellos que de forma dilatada en el tiempo han encontrado ese espacio, en quienes teniendo ese su sueño inspirado no pudieron alcanzarlo por diferentes motivos pero que aun así ponen todo de sí en la tarea que desarrollan día a día.
Es imposible no pensar en aquellos micro emprendedores que con gran esfuerzo caminan poniendo su vista en su futuro y en de su familia, es imposible no pesar en los pequeños productores, chacreros, tambos familiares, en las maestras rurales, en docentes y personal de la salud, y en tantas personas que sirven desde su lugar a nuestro país, a su gente y su familia.
Por eso hoy no comentamos ninguna situación económica en particular si no, que queremos que aquellos que hacen que la economía de un país sea posible estén en el centro de nuestras oraciones.
Oramos:
por un trabajo digno que lleve sustento a cada hogar del nuestro país
por salarios que permitan a las familias desarrollarse de manera sana y plena
por oportunidades para aquellos que aún se encuentran sin trabajo
por un país sano y por un trabajador integro a los ojos de la sociedad y de Dios.
2ª de Corintios 9:8
Dios, por su parte, tiene poder para colmaros de bendiciones de modo que, siempre y en cualquier circunstancia, tengáis lo necesario y hasta os sobre para que podáis hacer toda clase de buenas obras.
Foto de Cameron Casey en Pexels